lunes, 29 de julio de 2013

Ilusiones.



"Éste mundo en el que vivimos nadie es lo que parece, William." 

Esas son las palabras que más recuerdo de mi abuela. Sus sabios consejos y sus lecciones. No sé que habría sido de mí si ella no me hubiera respondido a tantas preguntas que a mis tiernos ocho años me daban pavor. Normalmente me lo siguen dando.

Recuerdo que la primera vez que creí a mi abuela fue cuando la acompañé al mercado y una de las dependientas del puesto de frutas tenía unas alas de pájaro enormes saliéndole de la espalda.

"Tienes un don, y debes aprovecharte de él para estar siempre por delante". Recuerdo que ella también lo tenía. Veía las mismas cosas que veo yo. Tengo la capacidad de ver la verdadera forma de las criaturas que nos rodean, que se esconden entre nosotros. Para trabajar de exorcista es una total ventaja, si al menos cobrara más.

Pero a veces, en mi estado, es complicado diferenciar lo que es realidad de lo que no.

Tras la pose informal y el parloteo de mi amigo Brian sé que esconde el pesar del estigma que le supone estar maldecido por algo que él no eligió. Nunca se lo diré, pero a medida que las lunas llenas se acercan, sus pupilas se dilatan siempre, sus dientes se afilan como los de un canívoro, y veo como su instinto cazador sale en busca de comida. También veo cuando Claire huele en el aire la sangre fresca de mis heridas cuando entro a su bar, como se relame y cierra los ojos recordando a qué sabía la sangre humana, cuántos años lleva sin probarla, y veo sus ojos brillar, su mandíbula desencajarse. Veo como sus colmillos se alargan y sus manos se preparan para despedazar.

En realidad lo único que está haciendo es servirme una copa. Brian me saca de mis ensoñaciones con un ligero golpe. 

- ¿Otra vez quedándote dormido Will?. - me preguntó con una burlona sonrisa.

Me pregunto si sería capaz de entender lo cansado que es separar continuamente la realidad de mis ilusiones. 

- Creo que anoche no dormí muy bien.
- Tú nunca duermes. - dijo Claire desde su lado de la barra, poniéndome la copa delante. - eres de los míos.

La diferencia entre la vampiro y yo es que ella arregla de día motos viejas en su taller para entretenerse y por la noche abre El Gato Negro para ganarse la vida. Yo por la noche tengo que comprobar si es verdad que salen cascadas de agua de las paredes y el suelo se está derritiendo, si el espejo colgado en la pared le faltan pedazos o si el ruido que viene del baño es que hay un ciervo acomodado en la bañera.

No creo que nunca llegue a contarle a nadie lo que veo de verdad. Creerían que he terminado de volverme loco o incluso peor, no me dejarían beber nunca más aquí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario