lunes, 15 de julio de 2013

Soliloquio de las 3 PM.



- Este es mi soliloquio de las 3 PM. - dijo en voz alta, en medio de su taller. - donde digo lo que me parece.

Se levantó de su butaca y comenzó a caminar. El mono de trabajo medio abierto, con las mangas amarradas a su cintura, la camiseta llena de grasa, los guantes aún puestos. Descalza, pisaba las manchas de aceite de motor y las virutas de chapa.

- Llevo todo el día intentando arreglar los radios de una Harley Davidson XR1200. No sé en qué basurero la encontré ni cuándo, solo sé que llevo veinte años perdiendo el tiempo en ella. 

Al pasar al lado de la susodicha moto, le pegó una patada en la rueda delantera.

- Como si buscar repuestos fuera lo más fácil del mundo.

Se dió la vuelta para dirijirse a su mesa de trabajo.

- Y eso que solo llevo setenta y tres años aquí. El puto bar me tiene desquiciada. Ese asqueroso hombre lobo no para de meter las narices donde no le llaman y el "cazador" me debe dos meses de botellas de whiskey. Maldito borracho. Lo único que me faltaba era que llegara anoche el señor exorcista con la intención de que le ayudara a esconder a una adolescente estigmatizada. 

Miró hacia una pared, donde el cuadro casi borroso de una mujer victoriana sonreía con sorna. 

- "Vamos, sabes que en el fondo estás aburrida". - imitó el tono grave de un hombre. - ¡Pero que se ha creído!, ¡soy la dueña de un bar!, ¡no tengo tiempo para aburrirme, solo para volverme loca con mi cabeza!.

Cerró los ojos un momento y pasó la punta de su lengua por sus afilados colmillos. Como si con ello lograra tranquilizarse.

- Ese Will Graham no tiene ni idea de lo que es estar aburrida. ¿Sabes lo que es aburrido, pequeño humano tontorron?. No duermo, no como, ni siquiera puedo emborracharme para pasar el tiempo. Solo me entretengo reparando motos escondida del sol en este húmedo taller y rodeada de lo que ha sido mi larga y aburrida vida.

Volvió a dar una vuelta más por el taller, la bombilla del techo oscila de un lado a otro. El goteo de una tubería no resulta un compañero agradable. La vampiro se acercó a una estantería y cogió una vieja pistola llena de polvo y sonrió.

- Ni siquiera existen los cazavampiros eficientes. Me gusta beber sangre. No puedo morir. ¿Sabes lo que es aburrido de verdad, pequeña amiga? - preguntó a la pistola. - La inmortalidad.

Sin muestra de duda, se metió el cañón del arma en la boca y apretó el gatillo.


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