miércoles, 16 de octubre de 2013

Hormona con patas.



En primer lugar, exactamente no sabía por qué estaba viendo esa película. Estaba sola en casa, insomne, dolorida y aburrida, y lo primero que hice fue ir a mi estantería y coger una película al azar. Después de ver los primeros diez minutos pensé "¿Por qué compraría ésta pastelada?". Y después me dí cuenta de que era de Tim Burton, y que desde los quince no veía ninguna película de él que no fuera Ed Wood o Mars Attack!

"- ¡Narcisos!
- Son tus flores favoritas.
- ¿Cómo has podido encontrar tantas.?"

Eso no significa que no me gustara, sino que no estaba exactamente de humor como para tantos colores, frases románticas y un protagonista de sonrisa perfecta y ojos azules. Me hacía pensar. Y eso era malo, porque mi monólogo interno no me dejaba disfrutar de Big Fish y distraerme.

"- He llamado a todas las floristerías de cinco estados. Les dije que era la única manera de que mi esposa se casara conmigo.
- ¡Ni siquiera me conoces!.
- Tengo toda una vida para conocerte."

Si es que tendría que haber puesto Abierto Hasta el Amanecer. Tiros, vampiros y strippers era lo que necesitaba yo ahora.

Me levanté del sofá y me dirijí a la nevera, en busca de algo dulce y prohibido. A lo mejor así lograba distraerme como lograba hacer antes sin ningún remordimiento. No me había fijado que Atenea había abandonado su cojín para seguirme animada y con la lengua fuera.

- Desde que te saco a correr por las mañanas estás muy pesada. - le dije con mi mejor tono antipático, desquitándome injustamente con ella.

Pero ella simplemente se sentó y empezó a mover el rabo, mirándome.

- Eres una gorda interesada. - refunfuñé.

Cuando Atenea vió como me acercaba a la despensa y sacaba su bolsa de pienso se levantó de un salto e intentó meterse entre mis piernas, como si tuviera la misma ansiedad que yo por comer algo.

La verdad es que no le había rellenado el comedero desde anoche. La había ignorado por un cabreo que llevaba arrastrando varios días.

- Andrew tendría que haberte puesto de comer. - Pensé en voz alta.

Pero Andrew ya no podía encargarse de ella cuando tenía alguna guardia. Porque Andrew ahora tenía a su bombero de calendario y estaba más feliz que nunca saliendo a cenar, al cine y yendo a su casa a pasar la noche.

No como yo. Que estoy viendo una película sola en casa.

- ¡Atenea, estate quieta joder!. - Alcé la voz para que se quedara quieta, pero no paraba de intentar llegar ella primero a la bolsa de pienso, y mi enfado iba aumentando, y mi hilo de pensamiento no me dejaba tranquila.

"Supuestamente estás mejorando, ¿por qué estás sola?. ¿Por qué estás tan sola pensando en comida?. ¿No deberías estar durmiendo?, ¿no deberías tener amigos?..."

- ¡ATENEA!, ¡QUIETA!.

Y entonces pasó lo que menos esperaba. Atenea soltó de repente un ladrido y un quejido agudo. Le había pisado una pata y se había alejado de mí.

Me quedé quieta en el sitio con la bolsa de pienso en la mano, mirándo cómo se sentaba y se lamía un par de veces la pata derecha. No había parado la película cuando me levanté del sofá y tampoco había cerrado la nevera. Y de repente ví cómo llevaba toda mi vida haciéndole daño a las personas que quería, cómo las alejaba de mí con solo abrir la boca. Cómo había fracaso en todo lo que quería mejorar solamente por mi ego y mi egoísmo y mi envidia.

- ¡Lo siento!. - Le dije a mi perra mientras tiraba el pienso y me arrodillaba junto a ella, abrazándola por el cuello. - Por favor pérdoname, lo siento lo siento...

Y entonces maldecí a la menstruación y a la biología y a la veterinaria. Insulté a Andrew y a mi torpeza y a su bombero de calendario y a esa manía mía de llenar mis vacíos existenciales con películas.

Y lloré ahí, arrodillada en el suelo abrazando a mi perra. Y lloré y lloré...