domingo, 15 de marzo de 2015

Lone Star.



Hace mucho, mucho tiempo, mi madre solía contarme historias sobre las estrellas.

Recuerdo como nos sentábamos en el césped del jardín de atrás cuando todavía la noche no llegaba a la madrugada y mirábamos hacia arriba en busca de las más brillantes, normalmente no encontrábamos muchas, pero había noches que con suerte conseguíamos ver las osas hermanas y alguna que otra constelación.

Yo le solía preguntar que si las estrellas dormían de día y si era por eso por lo que salían solo de noche. Cómo era que no se caían del cielo. Quién las encendía para que brillaran tanto. Mi madre, pacientemente, me explicaba dónde estaban cada una de ellas. Me contaba viejas historias sobre marineros perdidos que conseguían volver a casa guiándose por el cielo, cómo las antiguas civilizaciones inventaban leyendas sobre ellas y a qué distancia estaban cada una de ellas. Me enseñó sus nombres para que fueran mis amigas y para querer conocerlas un poco más, para algún día viajar entre ellas y no ser tan descortés de no saludarlas por su nombre al pasar a su lado.


viernes, 13 de marzo de 2015

Constelación.



Muy pocas personas podían verlo, pero en sus ojos se dibujaban dos grandes y preciosas constelaciones. De esas que te dejan embobado observando cada brillante estrella y cada negro, espeso e infinito espacio entre ellas como si fuera el espectáculo más increíble del mundo. De esas constelaciones que no eres capaz de volver a mirar hacia abajo, hacia lo que te rodea, que te hacen desear nadar en ella y no volver nunca más. De esas que te dejan un dolor en las cervicales de mirar tanto hacia el firmamento.


lunes, 9 de marzo de 2015

"Coja un número aquí."



Agarro la cinta adhesiva con los dientes para partir un trozo bien largo, a esas alturas de la tarde ya las paletas me duelen como si me hubiera caído de boca contra la acera por repetir lo mismo tantas veces como farolas, postes de madera y muros tienen las tres últimas manzanas. Pego el papel fotocopiado en la farola y voy a por la siguiente.



“Vidente y mago de gran reconocimiento con conocimientos de magia blanca y vudú. Rituales de purificación espiritual y curación de enfermedades. Eliminación de mal de ojo. Conjuros de amor, salud y buena suerte. Económico y fiable. Pago por sesiones.”



Repito la misma operación pero con un anuncio diferente. Lo pego encima de un anuncio de alquiler de habitaciones para estudiantes que a su vez ha tapado uno de una academia de idiomas que a su vez tiene debajo la historia desesperada de una inmigrante que busca trabajo cuidando viejos o limpiando suelos. Como si la gente normal se fiara del todo de un número de teléfono puesto en la calle.



“Veo el futuro a través del tarot. Las cartas resolverán cualquier duda o pregunta que tengas sobre tu vida, amor, sexo, salud y dinero. Tu destino está escrito en una carta. Visita a domicilio.”



El siguiente turno es para la parte de atrás de un kiosco que lleva años abandonado a su suerte. Antes de colocar uno de mis anuncios observo el resto que ya están colgados y cuando encuentro alguno de algún falso curandero, mentirosos que ven el futuro o un anuncio de compra venta por internet los arranco sin miramiento y relleno los huecos que se han quedado con varias de mis fotocopias. Me hace sentir un poco mejor pensar que le ahorraré la estafa a más de un idiota sin criterio.



“Sacerdote con años de experiencia realiza trabajos de exorcismo de espíritus y demonios. Bendición de casas, coches y niños. Venta de reliquias de santos y crucifijos consagrados por el Papa.”


La verdad es que es reconfortante saber que se puede encontrar la respuesta a todo en un anuncio mal pegado en la calle cuando se toca fondo y no sabes qué hacer. Al menos eso pensaría si necesitara la ayuda de un cretino como yo.


“Se alquila ouija por horas en la noche de Halloween. Sesión de espiritismo completa consultar precio.”




viernes, 6 de marzo de 2015

Dulce tabaco.



Porque cada vez que te llevabas el filtro a la boca e inspirabas profundamente no solo tragabas un humo lleno de nicotina, toxinas y alquitrán. Respirabas todo lo malo que se te había acumulado durante el día. Quemabas en el papel todo aquello que te tocaba la moral y la vida entera.

Que te quemara la garganta ya era pura rutina y que te apestaran los dedos era incluso placentero. No te importaba dejar tiradas las huellas de tus labios en cualquier acera y en las entradas de los pubs. Me preocupaba que no pudieras dejar el vicio pero tampoco es que me importara del todo. Al fin y al cabo siempre acababas haciendo lo que te daba la gana ignorándome, siempre ignorándome.

Y mientras volvías a golpear el cigarro para dejar caer la ceniza en el cenicero en que se había convertido nuestra relación era como si yo expirara el humo que te habías tragado. 

Y lo peor es que me daba el mono. Y por eso te odiaba un poco más. Hasta que me ofrecías un cigarro y así quemaba mis preocupaciones contigo.


Empecemos de nuevo.



Este blog lleva conmigo siendo objeto de mis frustraciones desde el 2010. A estas alturas del 2015 mis inquietudes, gustos y referencias han evolucionado y por tanto cualquier parecido con lo que escribo a éstas entradas abandonadas es pura coincidencia.

Cómo ya va siendo hora de modernizarse y cómo soy tan vaga como para comenzar con un nuevo blog simplemente retomaré a este chiquitín y le daré algo más de vidilla con reflexiones, instrospecciones, textos ambiguos

y

con

muchos

espacios.

Que queda muy cuco y se lleva mucho.

Si te apetece leer las entradas anteriores a esta y comparar mi evolución no te diré que no, pero atente a las consecuencias.